Estambul y Capadocia

En cualquier lista de deseos de un viajero de pro debería aparecer la ciudad de Estambul como una de las urbes más dignas de ser visitadas y en el pódium de ciudades más completas del mundo y no les faltaría ni un ápice de razón. Una urbe de dimensiones estratosféricas llena de vida, multiculturalidad, con el privilegio de hacer de bisagra entre los continentes europeo y asiático y que parece no dormir jamás.

Estambul tiene un potencial que arrasaría en cualquier comparativa a su competidor: sus atardeceres de tonos acuarela, sus cientos de mezquitas, sus grandes plazas y zonas ajardinadas, sus bazares, el bullicio de su tráfico, su diversidad de barrios, de restaurantes con muestras de gastronomía de todo el mundo son sólo algunos de los atractivos que la antigua Constantinopla nos ofrece.

Probablemente la imagen que primero nos venga a la cabeza a todos cuando escuchamos la palabra Estambul sea la de Santa Sofía, la joya de la corona del país turco. Una antigua basílica ortodoxa reconvertida en mezquita con una cúpula central de más de 30 m de diámetro y 55 metros de altura. Pero la prensa que tiene no es fruto del azar y nos bastará con varios minutos delante de ella para comprobar que el eco de los piropos que resuenan en torno a ella, quizás se quedaban cortos.

Si Santa Sofía nos va a dejar estupefactos, la Mezquita Azul tampoco se queda atrás y de hecho compite en belleza con su hermana “la popular”. No os decimos mucho más. Ya nos daréis la razón.

Tendremos tiempo para ambas, así como para otros “imprescindibles” de la ciudad como lo son el Palacio Topkapi o la Plaza Sultanahmet, también conocida como el hipódromo o centro deportivo por excelencia en tiempos del Imperio Bizantino.

Otro de los barrios por los que nos pasearemos será por el histórico distrito de Kuzguncuk, en auge en los últimos tiempos por ser una localización muy recurrente en la que se ambientan muchas de las novelas turcas que se emiten en la actualidad en España.

Sus imponentes mansiones otomanas tan coloridas y pintorescas levantadas sobre sus calles empedradas lo hacen muy fotogénico y son muy perseguidas por instagramers y tiktokers.

No podríamos decir que hemos estado en Estambul sin sentir las mieles del regateo y de conseguir auténticas gangas bajo el noble arte de la picaresca y las negociaciones con los comerciantes en su Gran Bazar. Todo un compendio de casi 60 calles y más de 4000 tiendas donde luchar por cada “lira” se ha convertido en un deporte nacional.

Pero si nos centramos en un fenómeno tan de moda en grandes ciudades como el resurgir de barrios que hasta hace no mucho se consideraban decadentes, la palma se lo llevan los distritos de Fenar y de Balat.

 Ambos barrios son el ejemplo de antiguos “guetos” multiculturales que se han reinventado hasta el punto de pasar de ser un cúmulo de edificios semi abandonados, a convertirse en el núcleo de todo un movimiento cosmopolita, artístico y cultural, lleno de los cafés más de moda, de restaurantes y de las tiendas más alternativas de la parte europea de la ciudad.

En una de nuestras jornadas por la “niña bonita turca”, haremos un crucero por las aguas del Bósforo para contemplar una de las puestas de sol más perseguidas por todo fotógrafo o viajero que se preste. Desde la embarcación tomaremos conciencia de la gran magnitud de esta ciudad de más de 15 millones de habitantes mientras contemplaremos embelesados los colores que el cielo de la ciudad les regala a sus visitantes cada tarde.

Entre tanto ajetreo buscaremos el hueco para relajarnos en uno de los baños turcos más populares de la ciudad como es el Aga Hamami y recargaremos las pilas a base de vapores y masajes mimetizándonos con los locales en un ritual milenario que no podíamos pasar por alto.

Y llegará el momento de coger un vuelo interno y volar hacia la Capadócia para cambiar totalmente de registro

La primera parada será en el Valle de Devrent, que nos dejará perplejos con sus enormes formaciones rocosas únicas en el mundo.

Seguiremos el tour visitando el Museo al Aire Libre de Göreme. Veremos capillas e iglesias excavadas en la roca mientras descubrimos sus pintorescos talleres de cerámica.

Daremos la posibilidad opcional según la voluntad de cada viajero y asumiendo este sus costes de subir a un globo aerostático y contemplar desde las aturas uno de los paisajes más bellos del planeta a la vez que llevamos a cabo una de las estampas más coloridas e icónicas de la región.

Otro de los momentos álgidos tendrá lugar cuando conozcamos al pueblo troglodita de Uçhisar, una obra maestra esculpida en la roca con un aspecto de ciencia ficción embaucador.

Recorreremos su peculiar arquitectura y además contemplaremos el castillo de su localidad, desde el que podremos ver las sorprendentes Chimeneas de las Hadas y sus caprichosas formas.

Y llegado el momento del descanso lo haremos en un hotel cueva para darle mayor autenticidad si cabe a nuestro paso por la Capadócia.