¡Hola, Viajeros!
Mi nombre es Javier, soy un onubense de 38 años que aunque en mi carta de presentación figuren los estudios de Filología Inglesa o Comunicación Audiovisual, de lo que más orgulloso puedo sentirme es de mi currículum viajero y de la cantidad de experiencias que el viajar me ha proporcionado a lo largo de mi vida.
Ya con 12 años me quedaba embobado en los escaparates de las agencias de viaje viendo las fotografías y ofertas de los diferentes destinos y soñaba con dar la vuelta al mundo cuando me hiciera mayor. Parte de la culpa la tuvieron mis padres que desde que nos caímos de la cuna prácticamente, nos pasearon por media Europa en nuestra caravana familiar a mis hermanos y a mí. Nos mostraron su respeto por otras culturas, a empatizar con gente de otras clases sociales, religiones y de formas de pensar distinta, a probar esos platos regionales tan diferentes de los nuestros y a valorar la diversidad. Eran otros tiempos, sin internet, foros de viaje, redes sociales, blogs con trucos, gps, aplicaciones que te facilitaran la vida, teléfonos inteligentes, ni tampoco había llegado la moneda única…
Un gran mapa de carreteras y una libreta con anotaciones hechas a mano por mi padre eran todo nuestro arsenal.Antes de todo esto no sabías qué te ibas a encontrar en cada sitio como nos pasa hoy; y es que, muchas veces, y debido a la sobreinformación a la que nos vemos sometidos, tienes la sensación de haber pisado ya los lugares por la cantidad de veces que los has visto fotografiados en tus redes sociales y en los programas de viajes de la tele. Por aquel entonces la aventura y el factor sorpresa estaban servidos desde el momento en que te subías al coche de papá.
El gusanillo siguió con los años y a medida que pude disponer de cierta solvencia económica empecé a destinar todos mis ahorros a viajar. Daba igual el destino, si era en un puente, en vacaciones, saltándome las clases, en fines de semana, tirando de tienda de campaña, o durmiendo de sofá en sofá recorriendo las ciudades de todos mis amigos “Erasmus”. A los 19 llegaría mi 1er Interrail con dos amigas de la infancia durante casi tres meses y dando la vuelta a una Europa sin teléfono de ningún tipo ni presupuesto inicial para dormir más allá de 30 días bajo techo.
Este supuso el detonante que me abrió los ojos definitivamente. Lo tuve más claro que nunca. Mi sitio estaba en el mundo. Leía y releía guías de viaje, me carteaba con desconocidos que compartían mi misma afición, ofrecía mi casa a gente de todos los lugares que pudieran enriquecerme con otros puntos de vista, me hice adicto a los blogs de los grandes viajeros de nuestro país, nos contábamos por mail las nuevas rutas diseñadas o ese pueblo “top” que habíamos descubierto por casualidad que nos había enamorado…
Cuando me quise dar cuenta, todo mi tiempo libre lo estaba destinando a “cazar” el vuelo perfecto o a planificar rutas para el siguiente período vacacional o puente que se prestara y a ofrecérselas a mis amigos. Me encantaba gestionar toda la organización, la contratación de servicios y el hecho de poder ofrecer la posibilidad de unirse a las expediciones a todo aquel que le hiciese ilusión.
El perfil de los viajes fue poco a poco cambiando de duración y también en materia de distancias. Muy pronto llegaría el salto a África, a América del Norte, del Sur y en un buen puñado de ocasiones a Asia hasta llegar así a los casi 50 países que he visitado al día de hoy.
No podía seguir engañándome más y dándole la espalda a mi verdadera vocación. Hasta que un día decidí escuchar la voz interior que me repetía constantemente: “Déjalo todo y dedícate a lo que te gusta”, haciéndole caso esta vez y tomando la arriesgada decisión de dejar mi puesto de trabajo de los últimos 14 años, una vida lineal y ordenada para perseguir un sueño pero esta vez de manera profesional.
Ese sueño es hoy por hoy una realidad materializada en “Viajando Diferente”, que tengo la suerte de poder compartir con todos vosotros y con la que espero poder seguir disfrutando de las maravillas del mundo en todo su esplendor.