Habían pasado un par de años desde que nos hablaron por primera vez de la posibilidad de dormir en una antigua estación de tren totalmente reformada en Portugal pero que en ningún momento perdía la esencia de lo que esta fue durante sus días de gloria.
Por un motivo o por otro lo fuimos dejando ya que he de reconocer que la región del Alentejo nunca había sido mi punto fuerte dentro de un país que amo como si fuera mío y de ahí que otros destinos se fueran anteponiendo a este, que siempre solía quedarse en el tintero.
Esta vez no había excusas y casi sin quererlo ya íbamos montados en el coche rumbo al hotel-estación y en busca de opciones que nos justificaran el paseo de casi 400 km. El fin de semana lo empecé de un modo escéptico, como aquel que no espera mucho de algo pero que por otro lado no tenía mucho que perder puesto que los preparativos habían sido mínimos (casi todo improvisado unas horas antes), y la relativa cercanía del destino tampoco suponía un esfuerzo excesivo para nosotros que somos a estas alturas unos adictos a la carretera.
Tras 4 horas en coche desde Huelva llegamos a las inmediaciones de Castelo de Vide, lugar donde se erguía dicha estación, oficialmente conocida como “Pensão Destino”. En los pocos minutos que pudimos tardar en sacar nuestras maletas y dirigirnos a la recepción ubicada en la zona central del edificio, tuve tiempo suficiente para percibir esa atmósfera mágica, a la vez que melancólica, que una estación de tren por antonomasia, evoca a todo aquel que la pisa.
Había algo en ella que llamaba a la paz, apartada de bullicio de tiempos pasados y del centro de la urbe permanecía aislada entre un paisaje bucólico y silencioso como añorando sus días dorados.
Antes de acceder al edificio fuimos sorprendidos por la agradable presencia de Ana Patricia, dueña y gestora del negocio que amablemente se ofreció a ayudarnos con el equipaje y a preguntarnos por nuestro viaje y procedencia.
La elección de cada adorno, de cada detalle, o de cada mueble estaba milimétricamente estudiada. Ana Patricia tenía un gusto exquisito, una sensibilidad especial y sobretodo, sabía transmitirla para que esta llegase a sus huéspedes. El salón principal era común para todos los hospedados y en él se encontraba una estantería repleta de libros para que cada cual escogiera el más afín a sus gustos y le dedicara así un rato a la lectura.
Una abultada colección de juegos de mesa estaba de igual manera disponible para todo aquel que le apeteciera pasar un rato de ocio.
No faltaba un mostrador con bolsitas de té, pastitas, leche y café que nuestra amiga dejaba servir libremente a gusto de cada uno en cualquier hora del día a modo de refrigerio.
La tranquilidad imperaba en todo momento en este enclave tan singular de la Sierra de São Mamede, un oasis en mitad del árido Alentejo lleno de frondosa vegetación y con un microclima que esparcía una humedad y un frescor bastante agradable. Los pájaros no paraban de cantar, el aire fresco entraba a bocanadas por la ventana de nuestra habitación y el susurro de unos turistas extranjeros leyendo y tomando el té en las sillas y mesas del exterior junto a la vía era lo único que alteraba aquel silencio sepulcral.
¿Por qué los prejuicios me juegan tan mala pasada a veces? Este sitio tendría que estar en mi “top ten” de lugares para desconectar en Portugal y sin embargo había tardado una eternidad en sucumbir a sus encantos por cabezota.
Nuestra querida “Pensão Destino” lleva en funcionamiento desde 2015, tres años después de que el último tren que solía hacer el trayecto Lisboa -Madrid dejara de pasar por allí. Actualmente este recorrido se sigue haciendo pero por un desvío ubicado más al norte a la altura de Salamanca.
Ana Patricia buscaba dedicarse a la hostelería, pero siempre con las miras puestas en algo pequeño, cercano, acogedor, con personalidad y sostenible, lejos de grandes superficies impersonales y en el que al cliente se le pudiera poner nombre y apellido. Su corta experiencia en el alquiler de pisos en la capital distaba mucho de su ilusionante proyecto hasta que el destino quiso que en una de sus largas estancias de vacaciones en el pueblo de Castelo de Vide, se enterara gracias a unos amigos y a un anuncio del periódico local que las instalaciones de la antigua estación de trenes estaban en desuso. Se puso manos a la obra y, tras plantarle cara a un mar de burocracia, obtuvo como resultado la licencia que al día de hoy ha conseguido que la «Pensión Destino» sea ya una realidad. Actualmente su adquisición es una concesión por 20 años por parte del gobierno luso con la posibilidad de ser prorrogada a posteriori por períodos de 5 años.
Las habitaciones están decoradas con mucho estilo y perfectamente adaptadas a la morfología que el antiguo edificio tenía. No es casualidad que estas no tengan televisión, y es que el empeño de Ana Patricia era en que nuestra atención no se la llevara la tecnología y que supiésemos vivir con los cinco sentidos una experiencia en la que el medioambiente debe tener un papel fundamental. La oferta de camas es reducida y con tan sólo tres habitaciones dobles disponibles y otras tres con camas compartidas debemos ser rápidos, sobretodo en temporada alta, si queremos probar este peculiar alojamiento. La posibilidad de alquilar las instalaciones al completo por un grupo de hasta 12 personas también existe.
Si aparte de todo esto, descubres que el entorno que rodea a la pensión es merecedor de dedicarle varios días para disfrutar de su amplia oferta cultural y paisajística, la elección de este pequeño «hotel boutique» como epicentro ideal de unas vacaciones está aún más justificada si cabe.
El descubrimiento de dos ciudades medievales amuralladas y perfectamente conservadas como son Marvão y Castelo de Vide bien valieron nuestro esfuerzo de desplazarnos hasta allí en nuestro fin de semana alentejano en el que las palabras se nos quedaron cortas para describir a estas dos joyas congeladas en el tiempo.
Las piscinas naturales de Portagem, el casco antiguo de Elvas o su acueducto y la gastronomía regional con sus migas alentejanas y sus carnes con denominación de origen le pusieron el broche de oro a unos días para el recuerdo.
La despedida fue triste pero la sensación de que esto sería sólo un “hasta luego” era algo evidente. Un desayuno casero, contundente y servido con todo el cariño del mundo por Ana Patricia fue el punto final a una experiencia tan bonita como recomendable para todos los públicos.
Si tenéis la oportunidad no dejéis de conocer la “Pensão Destino” y dejaos sorprender por eco de las voces que aún hoy salen de sus muros retumbando el ya clásico “¡Viajeros, al tren!”.
2 comentarios en “Ya es posible dormir en una antigua estación de tren”
Buenas tardes,
interesante lugar para quedarse en un destino al que le tengo echado el ojo desde hace unos 3 años y aun no he encontrado el momento de acercarme.
Comentarte que en Huelva también tienes la posibilidad de quedarte en una estación de tren. En la antigua estación de tren Almonaster-Cortegana. Actualmente lleva una década como alojamiento rural.
Un saludo.
Que bueno, la verdad que hay lugares con mucho encanto y este parece uno de ellos!!