La región de Normandía y la palabra “desembarco” suelen ir de la mano cada vez que escuchamos hablar de esta comarca francesa, pero Normandía es mucho más que el recuerdo de aquella batalla encarnizada entre las fuerzas aliadas y la resistencia germana en la Segunda Guerra Mundial.

Hablar de Normandía es hacerlo de luz, del rastro de pueblos medievales conservados de manera intacta, de vertiginosos acantilados, de pueblos pesqueros rodeados de leyendas, de islas desconocidas muy cercanas a su litoral, de historia viva tras sus monumentos, de abadías, castillos, y de la región que alberga al segundo monumento más visitado de Francia después de la torre Eiffel, la icónica ciudadela sobre el monte Saint Michel.

Este particular crisol de cualidades y de puntos fuertes la convierten en uno de los destinos más perseguidos dentro del país vecino y de todo el viejo continente en general.

La Bretaña, en cambio, es la región menos afrancesada de todo el país, y esta suele asociarse a lo que conocemos por la antigua Galia, lugar donde supuestamente se asentaba la inexpugnable aldea de nuestros héroes del cómic Astérix y Obélix.

A estas tierras, de igual modo, se la relacionan con sus importantes ciudades feudales, con otras muchas de origen romano y con la agricultura en general. Sus irresistibles “galettes,” o el delicioso estofado autóctono “kig ha farz” si hablamos de gastronomía, están estrechamente ligados también al concepto de Bretaña que prevalece en el subconsciente colectivo.

Nuestro viaje comenzará en el momento en que tomemos tierra en la ciudad de Nantes, antigua capital bretona pero que actualmente forma parte de la región del Loira. Allí nos limitaremos a coger prestados nuestros coches de alquiler, para de esta forma poder sacarle el máximo partido posible al completo tour que tenemos previsto.

Desde el aeropuerto pondremos rumbo hacia el extremo noroeste francés bañado por las aguas del Atlántico y en los días posteriores viraremos hacia la zona este con dirección a las aguas del Canal de la Mancha, lugar donde se asientan las dos regiones protagonistas de nuestro circuito.

Nuestra primera parada la haremos en la emblemática localidad de Vannes, donde regresaremos al pasado perdiéndonos por las callejuelas de su casco viejo entre sus típicas casas coloridas recubiertas con elegantes vigas de madera, tejados a dos aguas y calles adoquinadas.

Las visitas a Fougères con su fortaleza medieval de piedra, sus tejados de pizarra y una exuberante vegetación envolviendo toda la localidad harán las delicias de los amantes de la fotografía.

Le dedicaremos gran parte de otra jornada a la insustituible Dinan, que con sus callejuelas de casas entramadas y el perfecto grado de conservación nos harán viajar la Francia más medieval.

Y no podía faltar al pueblecito de cuento de Vitré, que para muchos es “el rincón más bello de Francia”, que con su castillo medieval al más puro estilo “Rapunzel” nos ayudarán a comprender mejor el potencial y la magia que envuelven a toda la región.

Antes de desplazarnos más hacia el este haremos una visita al pueblo flotante de Pont Aven o “Pueblo de los Pintores”, localidad que reúne todo lo “cuqui” que se le puede exigir a un pueblito de postal: canales, casitas que parecen de muñeca, molinos de agua, y muchas flores dándole colorido a cada rincón.

La amurallada localidad de Saint Maló o conocida también como “ciudad de los corsarios” será nuestro último alto en el camino antes despedirnos de este recorrido de ensueño por la Bretaña francesa. Su singular ubicación, en pleno cabo ganándole terreno al mar a modo de península natural no dejará indiferente a ningún viajero.

A nuestro planning no le podía faltar una de las rutas de senderismo más atractivas de todo el país galo, que no es otra que la que recorre los acantilados de Etretat ya dentro de la región normanda. Mientras bordeamos sus verticales paredes calizas a través de sus praderas de hierba verde, divisaremos las mejores playas del litoral con sus caprichosas formaciones rocosas que nos recordarán nuestra particular versión gallega de la Playa de las Catedrales.

Una visita a Normandía no sería completa si no le dedicásemos parte de una jornada al bucólico pueblo pesquero de Honfleur, anclado en la parte sur del estuario del río Sena. Su fotografiado puerto mantiene un equilibrio a partes iguales entre la melancolía que desprenden los pueblos costeros del norte y la alegría que intentan transmitir sus casitas y pequeñas embarcaciones salpicando de colores una estampa tan nostálgica.

Como no podía ser de otra forma, la ruta por las playas más importantes donde aquel 6 de junio de 1944 tuvo lugar el famoso desembarco de las tropas aliadas estará incluido en el programa. Haremos paradas en las más representativas como lo son las de “Omana Beach”, “Pointe du Hoc” o “Arromanches”. Los restos de las naves aún en sus orillas, los numerosos monumentos conmemorativos, cementerios y memoriales en honor a las víctimas de aquella sangrienta batalla nos ayudarán a hacernos una idea en su 75 aniversario de la magnitud de aquel inolvidable “Día D”.

El momento más deseado de nuestro periplo nuestro por tierras francesas la obtendremos en nuestra ansiada visita al Mont-Saint-Michel, lugar mágico donde los haya. En su entorno disfrutaremos como niños de una de las mejores puestas de sol que hayamos visto en nuestras vidas y tendremos tiempo para contemplar las mareas más grandes del continente europeo.

Cuando estas están bajas, el mar llega a desplazarse a 15 km de la costa regalándonos un espectáculo natural asombroso al dejarnos al descubierto grandes zonas de marismas, meandros y arenas movedizas.

El paseo por dentro de la diminuta ciudad de piedra construida sobre el pequeño islote rocosa y coronado por la abadía en honor al arcángel San Miguel pondrán el punto final a un viaje que se antoja como uno de los más atractivos de nuestro programa para finales de verano.

Y el broche de oro o la guinda del pastel lo pondremos con la ciudad de Le Mans, con su imponente catedral y sus coloridas casitas que nos despedirán hasta la próxima.
